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miércoles, 12 de febrero de 2014

Serratia, la bacteria prodigiosa

Era una noche de tormenta; los truenos retumbaban en las altas paredes de piedra de la iglesia. Los monjes, en fila, se diriguían a cantas las vísperas, peo por la luz que entraba por las ventanas envidriadas bien podrían haber sido maitines. Sin previo aviso, el abad se para en seco, logrando de los del final se diesen de morron con el hermano inmediatamente delante suyo. Todos están muy confusos, y los murmullos se elevaban como otro tipo de repiqueteo que acompañase al de la lluvia, mientras que el padre abad, con una mano en dirección a la imagen principal, instaba al resto a que observasen algo. Poco a poco se va volviendo a hacer el silencio mientras todos los frailes se percataban de aquello que había detenido al padre abad tan de repete: la estatua de la Virgen María estaba llorando sangre. Raudos, los hermanos corrieron a buscar unos algodones con los que limpiar la imagen y donde conservar, tras introducirlo en una botellita de cristal, el hecho de semejante milagro.

Supongo que no he sido yo la única que ha oído alguna vez este tipo de leyenda sonre imágenes religiosas que lloraban sangre, sobre todo si a uno le gusta visitar iglesias. Creo que hay incluso una imagen en algún lugar de Italia donde el fenómeno se repite cada año.

A mi, eso siempre ha sido un hecho que me ha fascinado desde que me enteré. Básicamente porque no se trata de solo una habladuría, sino porque hay pruebas: esos famosos frasquitos con alguna especia de tela empapada en la supuesta sangre intruducida en una botellita. Siempre me he muerto de ganas por saber cómo podía suceder aquello.

Mi primera idea sobre como averiguarlo era analizando una muestra de aquella sangre, pero obviamente no me iban a dejar hacerlo a mí, una simple e indeterminada estudiante de instituto. Y la verdad es que, para ser francos, creo que ahora tampoco, siendo una como soy una simple estudiande de universidad.

De hecho, teniendo en cuenta lo hiperreticente que es la iglesia a que le investiguen un poco en profundidad cualquier cosa suya y más si es en relación con los milagros, dudaba yo mucho que aquel misterio estuviera ya resuelto, que por mucha ciencia que haya.

Sin embargo, la respuesta me vino dada en la universidad hace unos meses, en la clase de microbiología para ser más precisos.

Ahora vamos a hablar de la bacteria que encabeza el título de esta entrada.

Serratia es un género de bacterias dentro de la gran familia de las enterobacterias (que también incluye a Enterobacter o a la famosa y querida Escherichia coli) y, como el resto, son gram negativas, aerobias facultativas y con forma de bacilo. Dentro de las enterobacterias pertenecen al grupo 2, junto a Enterobacter, grupo que se caracteriza por no bajar mucho el pH del medio en caso de tener que fermentar (al contrario de, por ejemplo, E.coli). También destacar que es posible que encontrais a esta bacteria con más de un nombre (como les sucede a muchas),como Bacterium prodigiosus o Micrococcus prodigiosus.

Sin embargo, la característica de la que quiero hablar no tiene que ver con cuáles son sus familiares o con quiénes está emparentada, sino por lo que produce: un pigmento llamado prodigiosina. Esta bacteria tiene la particularidad de que al envejecer (es decir, al cabo de unos días) se vuelve de color rojo sangre debido a la secrección de un pigmento especial que le da dicha coloración. Pigmento al que se le dio el nombre de "prodigiosina" ya que se cree que está detrás de unos cuantos mitos y leyendas acerca de imágenes de sangrientas lágrimas. También tiene relacción con el mito de la profanación de la hostia, aquí dejo un enlace por si algjuien quiere leer el mito completo, que es un poco largo.
Hay que reconocer que esto está muy currado.

Así pues, un mito más que se cae sobre sus cimientos destruidos. No sé a vosotros, pero a mí descubrir la explicación razonable a todas aquellas cuestiones imposibles me encanta.