Están las anécdotas generales, aquellas que te pueden pasar casi en cualquiersitio: que si los flipaos que se creen en un circuito de fórmula uno, que si los tíos que dan el intermitente de un lado y se tiran para el otro (sí, tíos, que irónicamente de momento no he visto a ninguna tía) que tío que te hace las tres en ralla (aka, ir de un movimiento de un carril a otro atravesando el carril central sin aminorar ni nada, a bastante velocidad, con bastantes coches y por supuesto sin intermitente), que si el tío que va con un coche con complejo de moto (esto es, que tiene fundidos el faro de delante y de atrás del mismo lado), que si los hijos de puta que tienen las luces mal regladas y a ti te están cegando por detrás, que si los imbéciles a los que les gusta tanto tu coche que quieren besarte tu culo con el morro del suyo mientras vais a 50, 70 u 90 km/h.
"Debería decírselo... o simplemente ver qué ocurre."
Sí, también de tanto en tanto te encuentras con lumbreras de este tipo.
Luego están las anécdotas particulares o específicas de ciertos sitios, como ir por la típica carreterucha riojana o cántabra de metro y medio de lado a lado, curvas de prácticamente 270º, precipicio a un lado y pared vertical al otro (o precipicio a ambos lados, porque ¿por qué no?), 6'7 km de longitud, y a mitad de camino encontrarte con otro coche de frente. Y a ver quien hecha marcha atrás. Los coches que en una aglomeración van de carril en carril, y vuelvo a cambiar porque me toca, me importa un comino si estoy fastidiando a los 3 carriles a la vez con tanto cambio fútil. Los que en el carril de aceleración se quedan parados. Los que se incorporan por obra y gracia del Divino. Los que lo hacen a ultima hora, arrasando con lo que pillen. Pero antes que hablar de los peones, lo más correcto es hablar de los señores. Y ninguno de esos son el rey de la carretera.
Por esas carreteras en las que simplemente dices
"Ojalá pudiera pillar burro".
De ese tipo de anécdotas viene un suceso que me dejó bien claro una cosa. Hay un tramo de una carretera de un carril y un solo sentido que por diversos motivos (población, curvas, cambios de rasante etc) está limitado a 30. Pero todo el mundo sabe que ir a 30 es imposible, excepto para pasar por encima de los elevados que ponen en los pasos de cebra y calles muy largas y rectas para evitar las carreras ilegales, a no ser que no te importe estar en un coche que esté dando más brincos que si tuviera hipo de borrachera crónica. Así que sí, ahí habitualmente se va a 40, y a 50 excepcionalmente en la bajada del ya mentado cambio de rasante. Por cierto ¿he mencionado ya la curva cerrada justo en medio de un cambio de rasante pronunciado, que es previo justo a una incorporación trenzada, también en curva, en bajada, corta y por la que continuamente están pasando coches? Porque va a ser muy importante ahora en un momento.
Afortunadamente, en esa zona no hay agua...
solo hay un par de muros a cada lado, y el pavimento suele estar mojado.
Así pues, iba yo tan tranquila por esa carretera, con 2 coches delante a unos 50 metros. Los cuales, me gustaría decir, que creo que iban más adecuados a la velocidad: yo les hecho unos 39-40 km/h, mientras que yo debía ir a unos 43km/h (sí, notaba que, muy poco, pero les iba dando alcance). En esta texitura llegamos a la curva guapa-guapa, esa que es muy cerradita y además está en medio del cambio de rasante, estando la incorporación en los 200 metros del cambio de rasante, que pilla hacia abajo (¿quién dijo parque de atracciones?). Y de repente...
Mis disculpas por los posibles mareos ocasionados con el gif,
pero era completamente necesario.
Todos a 60. Como lo oyes. Yo, y los 2 de delante. Y el primero más cercano a 70 que a 60, porque se empezó a alejar. Bastante. Bastante mucho. Sí, por esa carretera que en teoría es a 30, normalmente se va a 40-40 y pico, y los venaos de la velocidad a 50.
¿Que qué pasó?
Muy sencillo. Que lo vimos. Los 3 lo vimos. Que venía dándole caña con sus más de 10 tonaladas: un autobús urbano. Esos mamotrejos que tienen las mismas pelotas que un ciclista a la hora de meterse por los sitios, pero mucho, muchísimo más grande, muchísimo más pesado, y que por lo menos hacen un servicio público. Y que como te pille uno delante dilo adiós a tu visibilidad frontal. Semejante visión provocó un NOPENOPENOPENOPENOPE general en los 3.
Teniendo en cuenta que iba rápido, y que es largo, lo más probable si nos alcanzase es que el desgraciado con el que se pusiese en paralelo terminase sin poderse incorporar, terminando en la Conchinchina al verse forzado a seguir la actual vía, a no ser que frenase bruscamente para ponerse detrás del bicharraco y los que le siguieran se siente, que franasen también, o que le besasen el parachoches trasero. Y como ya he dicho, la opción de "bus en paralelo" fue respondida por nosotros por un NOPE rotundo. Por fortuna no había por ahí ningún radar poniendo recetas. Aunque mucha mala uva habría que tener para colocar en una incorporación un radar.
Así están todas las carreteras españolas.
Supongo que todos los conductores entenderéis la reacción general de la tropa, pero para los que no, haré un resumen de por qué esa animadversión al bus como si fuese el demonio.
Y ese resumen se puede resumir en una sola frase:
Y es que el autobús es el rey de la carretera.
Eso se ve claramente en cómo actúan respecto a los demás. He aquí unos pocos ejemplos:
La gente pone el intermitente para avisar que se quieren incorporar, y que por favor se les deje hueco; los buses ponen el intermitente para indicar a los demás conductores que se aparten, que van a incorporar... y que se van a incorporar. ¿Que no hay hueco? No te preocupes, que me meto igual. Primero meto el morro, y ya puedes ir frenando, porque después del morro siempre va el resto, y sabes de sobra que lo tiene más largo y pesado que tú (el vehículo, claro está, malpensados). De ello tengo un ejemplo bastante claro, que es cuándo fui por la famosa M-30 madrileña, equivocarte en una salida, y terminar con unas preciosas vistas de la Gran Vía desde el mismísimo centro de la calle, mientras un autobús se incorpora por sus piñones al carril central. Con una caravana de 3 pares de narices, como bien manda la tradición. Y no es cuestión ponerse a ver quien los tiene más grande con alguien que es 3 veces más grande y 5 veces más pesado que tú, ya que ahí sabes de sobra que los tiene más grandes que los tuyos, aunque solo sea porque lo mande la regla de la proporción.
Porque por mucho que tú los tengas enormes y el otro enanísimos,
si tú eres un chiguagua y el otro un gran danés,
poco hay que hacer.
Con los vehículos motorizados se siguen las mismas reglas.
Un bus va por dónde le da la gana a la velocidad que le da la gana. Carril derecho, carril central, carril izquierdo, a la velocidad justa, a 10 km más, a 20 km menos... a diferencia de los camiones, que solo pueden ir por el carril derecho, central solo si es autopista para adelantar a otro camión más lento, o para adelantar a un caracol motorizado, con el motor del coche del abuelo, ese al que los gitanos hace 5 años que le mangaron las ruedas. Y si te quedas en medio de 2 buses como el relleno mediocre de un bocata de cafetería, de esos que todo son pan, y luego una lámina cuasi transparente de embutido en medio para justificar los 2 euros y medio extra, problema tuyo.
Y tú sintiéndote tan seguro como Iker Casillas con este taxista
Cuándo se te ponen delante, te quitan toda la visión frontal. Cuándo se te ponen de lado, lo mejor es pasarlos rapidito, ya que a veces se comen la línea divisoria de carriles. Si es otro coche le llamas imbécil. Si es un prisma metálico de 12 metros, lo mejor es quitártelo de la posición paralela lo antes posible, por motivos obvios. Que los trombos molan mucho en películas y en videojuegos, pero no en la vida real. Y por último, cuando se te ponen detrás, a veces te van soplando las orejillas... Y si es otro monovolumen simplemente lo mandas al cuerno. Si es un 4x4 o una furgoneta primero compruebas si quién es el conductor para ver si es de esos que quieren hacer un "choca esos 5" pero con el parachoques, y claro, aquí ya empieza a haber diferencia de peso y robustez que te empiezan a dejar en una situación un tanto más incómoda, también conocido como que suele resultar más nocivo para tu salud permitir que te de un toque por alcance ese tipo de vehículo motorizado que un igual. Siempre teniendo en cuenta que todos entran en la categoría de máquinas de matar, por lo que siempre es mejor que nunca pase nada de eso, no vaya a ser que se tenga que discutir eso del "quién tenía razón" a las puertas del Cielo con San Pedro como moderador de la discusión. Bajo esa tesitura, que alguien que hace como 3 veces tú vaya pegado a tu culo no hace ninguna gracia. Digamos que es mejor acelerar para dejar correr el aire... o cambiar de carril, que suele ser mejor opción si vas al límite de la velocidad permitida e intuyes que puede haber radares.
Pero al final lo mejor suele ser quitarse del medio lo antes posible, como en este caso.
Dicho lo cual, admiro los reflejos y sangre fría de este par de conductores.
Sobre todo del segundo.
Y por último, una última cosa que demuestra que los buses y autocares son realmente los putos amos de la carretera, un dato, un hecho, que hace que los sirvan para nada, reduce todos los demás argumentos a polvo, a polvito fino fino; tal es la cosa que podría haber puesto esta simple nota y haberme ahorrado todo lo demás, tan simple y tan llano, y es que los autobuses son los únicos usuarios de la carretera que tienen los esféricos lo suficientemente grandes como para hacer esto:
Efectivamente, es tal y como se ve en el gif, por inaudito que parezca: los autobuses tienen los cojones suficientes como para situarse por encima de las bicis. Las bicis podrán tocar las pelotas a quien quiera: peatones, coches, motos, incluso a veces algún tranvía ligero (lo he visto). Pero los buses no, los buses están por encima suyo en la escala de dominio carreteril. Algo solo digno del puto amo de la carretera.
Hablando de buses y su tiranía (y temerariedad) en la carretera, aquí cerca de Valencia hubo un incidente que me impactó y parecía que rompía todas las leyes de la física. Una rotonda, un mamotreto gigante de estos, enfilado completamente y sin intención de stopearse para incorporarse a la rotonda, un giro prodigiosamente calculado a una velocidad de vértigo eludiendo toda la fuerza cinética del universo porque FUCK YEAH y todos en las ventanillas flipando de lo lindo, tanto en otros coches como incluso dentro del bus. Fue apoteosicamente... bello... y mortal en teoría. Si los típicos flipaos que entran en las rotondas ya van a 60, puede que fuese una impresión mía, pero este bicho lo superaba y no por poco...
ResponderEliminarAlomejor lo soñé, cada vez que lo recuerdo sigo pensando que vimos a la virgen pasar con permiso de "aquí todo vale, por mi papo moreno milagroso nazareno".
Por cierto lo de "¿he mencionado ya la curva cerrada justo en medio de un cambio de rasante pronunciado, que es previo justo a una incorporación trenzada, también en curva, en bajada, corta y por la que continuamente están pasando coches?" me parece la poesía más bonita que he escuchando en mucho tiempo, tienes madera de literata.
Debió de ser impresionante. Yo he visto (y he montado) en varios buses que parecía que eso de los límites de velocidad no iba con ellos, pero eso de meterse una rotonda como quien se incorpora a una autovía es nuevo. Una termina no sabiendo si los conductores de los autobuses están grillaos, o simplemente tienen tal control de la situación que "¿por qué no? Así llego pronto y me da tiempo a un café".
EliminarY gracias, la verdad es que me gusta mucho escribir, incluso tengo varias historias en marcha. A lo mejor en un futuro publico por aquí algo.